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La OPEP y su influencia en el mercado mundial

Análisis

Roberto Mansilla Blanco
Roberto Mansilla Blanco
Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Con experiencia profesional en medios de comunicación en Venezuela y Galicia. Entre 2003 y 2020 fue analista e investigador del Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, IGADI (www.igadi.org). Actualmente colaborador en think tanks (esglobal) y medios digitales en España y América Latina. Redactor Jefe en medio Foro A Peneira-Novas do Eixo Atlántico (Editorial Novas do Eixo Atlántico, S.L) Actualmente cursa el Máster de Analista de Inteligencia en LISA Institute.

Con más de seis décadas de existencia, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se enfrenta a desafíos estratégicos que cuestionan su viabilidad futura. En este artículo, el alumno del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, Roberto Mansilla Blanco, explora el nacimiento de la OPEP, el contrapeso representado por la Agencia Internacional de Energía (AIE), la FEPG y las expectativas de una «OPEP del gas».

La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) vuelve a atraer atención tras la decisión de Angola de abandonar este organismo y el anuncio por parte del cartel petrolero de pretender poner fin un prolongado período de recortes de producción a través de masivas inversiones en infraestructuras con la finalidad de aumentar la producción petrolera en países líderes como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos e Irak. 

La OPEP pretende retomar su peso hegemónico en el mercado energético global en un momento de incertidumbre y volatilidad condicionado por las guerras en Ucrania y Gaza, el peso energético de Rusia a pesar de las sanciones occidentales, el aumento de la demanda en países emergentes (China, India, Turquía) así como Occidente y las tensiones militares entre Israel e Irán, siendo este país un importante miembro de la OPEP.

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El cartel petrolero también encara un panorama determinado por la adopción de políticas ambientalistas en países consumidores que buscan reducir la dependencia de la energía fósil. Asimismo, el creciente papel energético de Estados Unidos a través del esquisto altera el equilibrio geoenergético global, abriendo la posibilidad de reconfiguraciones del mapa petrolero global.

El nacimiento de la OPEP

La OPEP fue creada en Bagdad (Irak) en 1960 por Arabia Saudí, Irak, Irán, Kuwait y Venezuela. Su sede original entre 1960 y 1965 fue Ginebra (Suiza) para posteriormente asentarse en su sede actual, la capital austríaca, Viena. 

Entre sus funciones destacan el de defender las políticas petroleras de sus países miembros y fijar y coordinar cuotas de producción y gestionar los precios mundiales del petróleo. Principalmente, entre las décadas de 1960 y 1980, la OPEP ha sido la principal referencia mundial en cuanto a precios y cuotas de producción en una coyuntura económica global, igualmente determinada por el peso geopolítico del petróleo como motor económico mundial.

La OPEP cuenta actualmente con doce países miembros. Sus fundadores son Arabia Saudí, Kuwait, Irán, Irak y Venezuela, ampliados a Argelia (ingresó en 1969), Libia (1962), Nigeria (1971), Gabón (2016), Guinea Ecuatorial (2017), República del Congo (2018) y Emiratos Árabes Unidos (1967). Otros países miembros que posteriormente se retiraron fueron Ecuador (en dos períodos entre 1973-1992 y 2007-2020), Qatar (1961-2019), Indonesia (1962-2008) y Angola (2007-2023).

Las razones de estas deserciones se deben a divergencias coyunturales en cuanto a las políticas de cuotas y precios, el tránsito de países productores a importadores de crudo (Indonesia) o bien para apostar por la producción de gas (Qatar).

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De acuerdo a datos oficiales del propio organismo, el peso petrolero de la OPEP es incontestable. La organización posee el 43% de la producción de petróleo y el 81% de las reservas de crudo a nivel mundial. Sus principales productores son Arabia Saudí (10.000.000 barriles diarios, b/d), Irak (4.500.000 b/d), Emiratos Árabes Unidos (3.100.000 b/d) e Irán (2.500.000 b/d).

En cuanto a las reservas de crudo, lideran Venezuela (300.000 millones, 24,4% de las reservas mundiales), Arabia Saudí (267.000 millones, 21,5%), Irán (208.000 millones, 16,8%) e Irak (145,000 millones, 11,7%). Más allá de las deserciones o divergencias en cuanto a políticas internas, estos datos confirman el ineludible peso estratégico del cartel en las decisiones que se toman en el mercado energético global.

Desde la perspectiva geopolítica, la OPEP ha debido mantener una posición homogénea ante los intereses de las multinacionales petroleras y de los países consumidores, principalmente Estados Unidos y Europa. Ello permitió al cartel observar la adopción de políticas de nacionalización de los recursos energéticos entre sus países miembros que, en algunos casos, han sido utilizados por algunos de estos países como un arma geopolítica, principalmente por parte de los países árabes productores. Desde la creación de la OPEP, los casos más significativos de nacionalizaciones han sido Libia (1969) tras el golpe militar del coronel Muammar al Gadafi y Venezuela (1975).

Por otro lado, la labor de la OPEP ha sido igualmente significativa para regular el suministro petrolero ante crisis bélicas derivadas de los conflictos en Oriente Próximo. Así fueron los casos de las guerras de Yom Kippur (1973), Irán-Irak (1980-1988) la Guerra del Golfo Pérsico tras la invasión iraquí de Kuwait (1990-1991) y la invasión de Irak (2003) por parte de la coalición internacional liderada por Estados Unidos y Gran Bretaña.

El contrapeso: la Agencia Internacional de Energía (AIE)

El peso de la OPEP ha llevado a los países consumidores e importadores de petróleo a intentar equilibrar esa hegemonía a través de la creación de un organismo regulador y de contrapesos: la Agencia Internacional de Energía (AIE). Esta fue creada en París en 1974 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) a consecuencia de la guerra de Yom Kippur acaecida un año antes y que creó la primera gran crisis mundial de precios y suministros del crudo.

El objetivo inicial de la AIE fue coordinar las medidas necesarias para garantizar el abastecimiento del petróleo ante situaciones de emergencia con el fin de sostener el crecimiento económico de sus miembros. Con el tiempo este organismo ha priorizado esos dos aspectos clave: la seguridad energética y el desarrollo económico. Además, los han compatibilizado con un nuevo objetivo: la preservación del medio ambiente y la adopción de políticas ecologistas, un factor que condiciona la naturaleza extractiva productora de la OPEP. La AIE ha tenido incidencia en situaciones críticas como la ya mencionada guerra del Golfo de 1991, los embates del huracán Katrina en Estados Unidos (2005) y la crisis de Libia en 2011, que llevó a la caída del régimen de Gadafi.

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La AIE cuenta actualmente con 30 países miembros. Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Corea del Sur, Dinamarca, Eslovaquia, España, Estados Unidos, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Japón, Luxemburgo, México, Nueva Zelanda, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Suecia, Suiza y Turquía. Otros países como Chile, Colombia, Israel, Islandia y Eslovenia están en proceso de incorporación.

¿Qué es la OPEP+?

Los cambios en la geopolítica energética global y, particularmente, la drástica caída de los precios del crudo y el aumento de la producción de petróleo de esquisto en Estados Unidos, motivaron a que, en 2016, los entonces 13 países miembros de la OPEP (Angola seguía en el cartel) ampliaran sus perspectivas dentro del mercado a través de la alianza OPEP+. Esta formación incluyó a otros 10 productores petroleros: Rusia, México, Kazajistán, Azerbaiyán, Baréin, Brunéi, Malasia, Omán, Sudán y Sudán del Sur. 

Sin llegar a ser miembros plenos del cartel, estos nuevos países tuvieron peso suficiente a la hora de participar activamente en las discusiones de esta organización. El peso de Rusia en esta OPEP+ fortaleció su condición de potencia petrolera. Con 10,3 millones de b/d, Moscú ocupa el 13% del total mundial de petróleo. De este modo, las decisiones que se tomen en el marco de la OPEP+ están impulsadas en gran medida por la coordinación entre la OPEP y Rusia.

En conjunto, la OPEP+ produce cerca del 59% de la producción mundial de petróleo, 48 millones de b/d para 2023, por lo que influyen ahora más que nunca en los equilibrios del mercado mundial del petróleo y en los precios del crudo. Un ejemplo ha sido la excepción de acuerdos de producción para Irán y Libia afectados por las sanciones occidentales, una medida orientada a propiciar equilibrios internos y evitar factores de inestabilidad en la producción de crudo.

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Tras la pandemia del COVID-19, las reuniones de la OPEP+ se han centrado en reducir la producción de petróleo para ayudar a estabilizar los precios del crudo, lo que redujo drásticamente la demanda y provocó una bajada significativa de los precios del crudo. 

La FEPG y las expectativas de una «OPEP del gas»

En marzo de 2024 en Argelia, los ministros de Energía del Foro de Países Exportadores de Gas (FPEG) avanzaron en la consolidación de un organismo con capacidad para competir en el mercado gasístico y poder así equipararse en influencia con la OPEP. 

Esta reunión permitió observar el peso geoestratégico de Argelia, un miembro de la OPEP y uno de los grandes productores de gas natural, teniendo a Europa como principal socio. Fuentes de la FEPG confirman que en 2023, Argelia fue el segundo país exportador de gas natural a través de gasoductos a la Unión Europea, con un 19% del total, registrando un aumento significativo de sus exportaciones de gas natural licuado (GNL) y convirtiéndose en líder del continente africano. En el foro de Argel estuvo presente Italia, el único país europeo invitado y socio estratégico argelino. 

La Declaración de Argel abrió las expectativas, aún no completamente confirmadas, de puesta en marcha de una especie de «OPEP del gas». Debe destacarse el peso de la FPEG en el contexto gasístico: suma el 70% de las reservas globales y más del 40% de la producción comercializada. Creada en Teherán en 2001, la FEPG está constituida entre países miembros y observadores como Angola, Argelia, Azerbaiyán, Bolivia, Qatar, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Guinea Ecuatorial, Irán, Iraq, Libia, Malasia, Nigeria, Trinidad y Tobago, Venezuela, Reino de Noruega, Rusia y Perú.

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