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5 claves del plan de paz de Trump para la guerra de Ucrania

Análisis

Roberto Mansilla Blanco
Roberto Mansilla Blanco
Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Con experiencia profesional en medios de comunicación en Venezuela y Galicia. Entre 2003 y 2020 fue analista e investigador del Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, IGADI (www.igadi.org). Actualmente colaborador en think tanks (esglobal) y medios digitales en España y América Latina. Redactor Jefe en medio Foro A Peneira-Novas do Eixo Atlántico (Editorial Novas do Eixo Atlántico, S.L) Actualmente cursa el Máster de Analista de Inteligencia en LISA Institute.

Donald Trump, el candidato republicano que aspira volver a la Casa Blanca estaría trazando una inédita propuesta para poner fin a la guerra de Ucrania, con expectativas aún inciertas para Kiev y Moscú y un frente bélico estancado. En este artículo, el alumno del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, Roberto Mansilla Blanco explica las claves del tratado que beneficiaria a Putin.

Las declaraciones realizadas a comienzos de abril por el expresidente y actual candidato del Partido Republicano Donald Trump con una propuesta de plan de paz para Ucrania han generado inmediatas reacciones tanto en Estados Unidos como en Europa y Rusia. 

Trump habría trazado una iniciativa orientada a visualizar una salida negociada del conflicto ucraniano con perspectivas tan ambiciosas, pero no menos polémicas: la paz a cambio de que Kiev reconozca sus pérdidas territoriales a manos de Rusia (concretamente el Donbás y Crimea) y comprometerse a que Ucrania jamás será miembro de la OTAN. 

La iniciativa de Trump, cuyo enfoque es bastante similar al del presidente ruso Vladímir Putin cuando insta a Kiev a aceptar «las nuevas realidades territoriales», supone un cambio tectónico para las prioridades de la actual administración del presidente Joseph Biden, también candidato a la reelección por el Partido Demócrata. Biden sigue sosteniendo mantener la ayuda financiera y militar a Ucrania y desconocer las anexiones territoriales rusas. 

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Mientras la atención global se enfocaba en la tensión militar entre Israel e Irán, la Cámara de Representantes de Estados Unidos votó el 20 de abril de 2024 a favor de desbloquear 95.000 millones de dólares estadounidenses (unos 61.000 millones de euros) de ayuda comprometida para Ucrania. A falta de ser ratificado por el Senado, Washington también incluyó a Israel y a Taiwán en ese paquete de ayuda. 

1. ¿Es viable esta propuesta de paz?

A través del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, la respuesta rusa a la iniciativa de Trump estuvo marcada por la cautela, considerando que era solo una «especulación». Por su parte, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, calificó la misma de «poco realista», siendo esta iniciativa poco estimada en Kiev por parte de los medios informativos. 

Al menos desde el punto de vista oficial, Ucrania sigue manteniendo inalterable su posición de «expulsar al invasor ruso» y recuperar sus fronteras de 1991 tras la desintegración de la Unión Soviética. Una posición que comparten igualmente Biden y una buena parte de los gobiernos europeos.

No obstante, el tono de las declaraciones oficiales tanto en Moscú como en Kiev reflejan también las respectivas intenciones por afinar estrategias ante las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre de 2023. Con ello, los gobiernos de Putin y Zelenski estarían preparando el terreno para posibles cambios de enfoque en la Casa Blanca, sea con Biden o con Trump al frente de la presidencia. 

En el caso ruso, la noticia de la aprobación en Washington de la ayuda a Ucrania fue inmediatamente respondida por el propio Peskov, argumentando que la misma «hará que mueran más ucranianos». A través de un comunicado, María Zajárova, portavoz del ministerio de Exteriores, fue mucho más contundente: comparó la «guerra híbrida de Washington contra Rusia» con un «fiasco tan sonado y humillante como en Vietnam y Afganistán». 

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Más allá de la elocuencia de estas declaraciones y tomando en cuenta que Moscú y Kiev ya sabían previamente sobre la iniciativa de paz de Trump, el Kremlin podría estar enviando un mensaje disuasivo a Biden con la intención de persuadirlo de no enviar ayuda a Ucrania ante la posibilidad de mayores bajas militares y civiles. Ello implicaría la posibilidad de que Moscú esté intentando establecer canales indirectos de diálogo con Washington sobre una eventual negociación del conflicto ucraniano, en la que también participen aliados como China. 

Por su parte, Zelenski declaró el 10 de abril de 2024 su intención de invitar a Trump a Kiev para discutir las «propuestas de paz», otro aspecto que podría determinar esa posibilidad de que se estén tejiendo canales indirectos de negociación.

2. Trump y Ucrania

Trump siempre ha mostrado reticencias y desacuerdos en cuanto a la ayuda financiera y militar a Ucrania. Durante su presidencia, y en campaña electoral, ha sido igualmente muy crítico con los compromisos atlantistas vía OTAN. Tanto en Kiev como en algunos círculos políticos en Washington sospechan sobre un presunto desprecio de Trump por Ucrania, un enfoque diametralmente distinto al que tiene con respecto a Putin y Rusia, mucho más condescendiente e incluso con tintes de cierta admiración. 

Por ello, la posibilidad de retorno de Trump a la Casa Blanca es observada en Kiev como un revés político, más aún en un momento sumamente delicado para Zelenski, tanto en el frente militar como en cuanto a la consolidación de sus apoyos políticos, exteriores e internos. De allí que el presidente ucraniano esté igualmente sopesando escenarios alternativos ante la posibilidad de victoria electoral de Trump.

Fiel a su estilo estridente y polémico, el candidato republicano también ha sido prolífico a la hora de denunciar vía redes sociales los supuestos negocios energéticos que desde 2014 mantendría en Ucrania, Hunter Biden, hijo del actual presidente que, en ese momento, era vicepresidente de la Administración de Barack Obama. 

3. La geopolítica de Trump: alejar a Rusia de China

Al calor de la contienda electoral en Estados Unidos, Trump ha venido jactándose de su capacidad para «finalizar la guerra de Ucrania en 24 horas». Visto en perspectiva geopolítica, particularmente tomando en cuenta sus prioridades de política exterior durante su mandato en la Casa Blanca (2017-2021), Trump pareciera seguir apostando por resetear las relaciones ruso-estadounidenses, muy dañadas tras la invasión militar a Ucrania. 

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El objetivo del candidato republicano podría enfocarse en una vieja prioridad de su política exterior: intentar alejar al Kremlin de su alianza estratégica con China, el verdadero rival geopolítico global para Washington. Desde que comenzó la guerra en Ucrania (febrero de 2022), este eje si no-ruso se ha fortalecido significativamente, alcanzando incluso alianzas de carácter militar y afirmando posiciones comunes sobre sus respectivas prioridades estratégicas en Ucrania y Taiwán, tal y como se observó con la reciente visita a Beijing del canciller ruso Serguéi Lavrov. Como contrapeso a las sanciones occidentales, China se ha convertido en el socio comercial más importante para Rusia.

Esta perspectiva geopolítica de Trump de intentar atraer a Moscú pareciera confirmarse en su propuesta de paz para Ucrania. En ella, adopta los imperativos estratégicos innegociables para el Kremlin. Como por ejemplo, aceptar la actual realidad territorial en ese país con las regiones ya integradas dentro de la Federación rusa; y comprometer a Ucrania a no unirse a la OTAN, evitando así una mayor expansión de la Alianza Atlántica hacia las fronteras rusas.

4. Un frente bélico estancado 

Las reacciones en Moscú y Kiev a la iniciativa de Trump implican también observar cómo se encuentra actualmente el contexto bélico en el frente ucraniano. El 2024 ha confirmado un desequilibrio militar favorable a Rusia y el fracaso de la contraofensiva ucraniana durante 2023 ha dejado a Zelenski y sus fuerzas armadas exhaustos. Además, están cada vez más expuestos a su dependencia de la ayuda militar exterior y con escasa capacidad de retomar la iniciativa. 

El relevo en febrero pasado del general Valéry Zaluzhny, comandante en jefe de las fuerzas ucranianas que ganó prestigio por su capacidad para resistir la invasión rusa, dio a entender pugnas políticas de intereses dentro del gobierno de Zelenski y los mandos militares, así como divergencias en cuanto a la estrategia en el campo de batalla. 

Mientras el Kremlin ha llamado a filas a entre 100.000 y 150.000 reservistas, Kiev tiene problemas para avanzar en el reclutamiento de efectivos militares a pesar del reciente decreto de Zelenski para atraer combatientes. Por su parte, Europa se esfuerza por acelerar los envíos militares a Ucrania. Pero más allá de las declaraciones oficiales se observa cierta ralentización de la ayuda militar, particularmente en materia de suministros en artillería y maquinaria pesada. 

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Rusia se ha fortalecido con la ayuda de aliados como Corea del Norte, China e Irán, mientras su complejo militar-industrial se ha revitalizado con una notable eficiencia para nutrir logísticamente a las tropas en el frente. Expertos militares advierten sobre la capacidad rusa para lanzar una ofensiva a gran escala en verano, con la finalidad de ampliar sus posesiones territoriales y debilitar aún más a Zelenski. 

5.Trump y las elecciones al Parlamento europeo

Pero para Europa, el problema de la ayuda a Ucrania no se circunscribe únicamente a la asistencia militar, sino también en lo referente al clima político y electoral en Bruselas, cada vez más polarizado. Surgen voces discordantes a nivel interno, algunas de ellas ya conocidas, como es el caso del primer ministro húngaro Viktor Orbán, y otras más recientes, como la de su homólogo eslovaco Robert Fico. 

Por otro lado, las elecciones al Parlamento europeo previstas para el 6 y 9 de junio, podrían suponer una especie de ‘plebiscito’ para medir la consistencia del apoyo europeo a Ucrania. Se especula con un avance contundente de los partidos euroescépticos, antieuropeístas y populistas de extrema derecha en la configuración del nuevo Parlamento Europeo 2024-2029. Varios de esos partidos son críticos con la ayuda a Ucrania; otros incluso son señalados por Bruselas de ser presuntamente «prorrusos»

Por otro lado, también se aprecia una sintonía con Trump por parte de líderes y partidos populistas de derechas en Europa, una perspectiva que puede erosionar el actual enfoque existente dentro de las relaciones transatlánticas en caso de que el candidato republicano gane las elecciones de noviembre de 2024. Este cambio probablemente repercutirá en la adopción por parte del nuevo gobierno en Washington de una estrategia diferente para Ucrania, menos condescendiente que la que actualmente imprimen Biden y sus aliados europeos.

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