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Propaganda y conflicto entre Corea del Sur y Corea del Norte

Análisis

Ana María B.
Ana María B.
Estudiante de Relaciones Internacionales y Comunicación Global, especializada en la rama de Derecho y Diplomacia. Apasionada por el continente asiático y las dinámicas de poder en la región. Profundamente interesada en el impacto de las relaciones entre Occidente y el Sur Global.

Pyongyang ha hecho llegar a Seúl más de 3.500 globos llenos de plásticos y desechos. «Ojo por ojo» es como han denominado desde Corea del Norte el envío, una represalia que se produce ante la llegada de propaganda anti-norcoreana por parte de desertores y activistas. El simbolismo detrás de estos globos es explícito: «mugre y basura política» según los líderes de Corea del Norte. Sumando a estos acontecimientos, ambos estados han decidido reinstalar altavoces a lo largo de la frontera, cerca de la zona desmilitarizada, un acontecimiento que revela los crecientes antagonismos entre las dos naciones. 

La guerra de propaganda entre Corea del Norte y Corea del Sur se intensifica con ataques cada vez más agresivos. En un escenario de tensiones candentes entre el norte y el sur, las promesas de reunificación se vuelven aún más remotas. Lo que en 2018 parecía ser un futuro prometedor entre ambas Coreas queda eclipsado por uno incierto, donde no se descarta un conflicto de mayor escala. 

La Guerra de las dos Coreas

Sin embargo, no estamos ante ninguna novedad. La guerra propagandística entre ambas Coreas ha estado presente desde la partición de la península, que ha estado en disputa durante siglos. Su historia estuvo marcada por ser víctima de ambiciones imperialistas de estados vecinos, tales como China y Japón. A pesar de estos años de historia, Corea logró mantener una identidad y espíritu común. No obstante, todo cambia con el fin de la Segunda Guerra Mundial, donde se decide dividir la península entre los vencedores de la guerra. El Norte queda bajo la influencia de la Unión Soviética, mientras que el Sur estará amparado por la influencia de Estados Unidos. Esta partición marcó el inicio de un largo período de enfrentamientos que actualmente agita a ambos países.

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La primera culminación de tensiones estalló en 1950, en lo que se denomina la guerra de Corea, ante el deseo mutuo de obtener influencia en toda la península. Se firmó el armisticio en 1953 ante la imposibilidad por ambas partes de lograr los objetivos de la guerra, y se divide la península bajo el paralelo 38. El armisticio también impulsó la creación de la Zona de Desmilitarización de Corea, escenario donde actualmente se produce el intercambio de propaganda a través de altavoces.

El uso de la propaganda por Corea del Norte y Corea del Sur

Desde el período de separación, la propaganda ha jugado un papel fundamental en las relaciones entre Norte y Sur. La desinformación, el uso de imágenes, panfletos, y actualmente retransmisiones, son unas de las diferentes herramientas  que ambos regímenes han utilizado para socavar al vecino adverso.

Ambos países buscan desestabilizar al enemigo y proteger su propio régimen. Sin embargo, hay diferencias notorias entre Norte y Sur por la marcada diferencia de naturaleza entre ambos regímenes. 

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La República Democrática de Corea ha perfeccionado su sistema propagandístico desde los años 50, consciente del poder de la propaganda para justificar su existencia. Como estado autocrático desde su creación, entre sus discursos propagandísticos destaca la proclamación a la pureza de la raza norcoreana. Basándose en esta narrativa, los miembros de la dinastía Kim son presentados como líderes divinos, destinados a llevar la nación norcoreana a la grandeza. Esto ha fomentado un culto a la personalidad y una devoción extrema hacia el líder y el Estado, reflejándose, por ejemplo, en la obligatoriedad de tener una foto del líder en cada hogar norcoreano. El objetivo es mantener al pueblo bajo sumisión, reforzando el sentimiento colectivo sobre el individual.

Además, en relación con sus esfuerzos en política exterior, el régimen norcoreano presenta a Seúl y a sus aliados occidentales como parte del «eje del mal». Dirigen el odio hacia ideas capitalistas y hacia los enemigos occidentales para respaldar la narrativa norcoreana de una  «nación en peligro», justificando así el elevado gasto en artillería y poder militar.

En cuanto a Corea del Sur, los años posteriores a la guerra de Corea estuvieron marcados por una alta influencia de Estados Unidos en su sistema propagandístico. Los esfuerzos que trascienden las fronteras del estado se centraban en la promoción de ideas capitalistas. Durante la guerra, los soldados estadounidenses tenían la orden de atacar bajo el pretexto de «enterrar al enemigo en folletos». Actualmente, la propaganda surcoreana es utilizada normalmente para desestabilizar los esfuerzos propagandísticos del Norte, atestando el estado del bienestar y los principios democráticos como fuerza principal para transmitir a los ciudadanos norcoreanos apertura mental. 

Estilísticamente, ambos tipos de propaganda revelan diferencias intrínsecas de cada Estado y sus influencias. Un estudio realizado por Dña. María Salazar en la Universidad de Sevilla sobre los detalles de ambos estilos propagandísticos reflejan una realidad que va más allá de lo estético o instrumental. En la propaganda doméstica de Corea del Norte predomina la ilustración como método principal representativo de figuras y personas.

Según expertos, esto facilita dar pie a una interpretación distorsionada sobre la realidad, creada al gusto y enfoque del creador de la ilustración. También predominan el uso de colores como el rojo, asociados a la ideología comunista, y temas subyacentes a la guerra. Estos elementos refuerzan las ideas sobre el régimen y la imagen de sus líderes como fortalezas. En cambio, la propaganda observada en Corea del Sur a día de hoy está fundamentalmente centrada en fines políticos domésticos. Se utilizan imágenes de candidatos políticos con expresiones amables y cálidas.

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El uso de propaganda que cada estado ha decidido seguir está claramente influenciado por los aliados de ambos países durante el período de la Guerra Fría. La propaganda es un claro reflejo de estas influencias. Mientras que el principal objetivo de Corea del Sur es apelar a la calidad de vida y sistema capitalista que existe dentro de su estado, Corea del Norte apela al odio de los estados capitalistas, y a la fuerza de su régimen. Por ello, una guerra propagandística puede ser altamente destructiva, en especial para Corea del Norte, ya que todo su estado se sostiene en principios que han sido digeridos durante años por la población a través de un uso perfeccionado propagandístico. 

La guerra de la propaganda

Actualmente, las campañas propagandísticas, como se ha observado a lo largo del 2024, está resultando en lo que se ha denominado «guerra sucia» con el lanzamiento de globos llenos de desechos por parte de Pyongyang. En el caso de Seúl, esta ha decidido retomar las retransmisiones haciendo uso de altavoces para hacer llegar ideas contrarias al régimen norcoreano: desde ideas capitalistas y en defensa del estado del bienestar, hasta canciones populares (K-Pop) a lo largo de la frontera, un hecho inédito desde el breve período de compromiso marcado en 2018, a lo que Corea del Norte ha decidido sumarse. 

De telón de fondo se encuentra el fallido pacto militar firmado en 2018 entre Corea del Norte y Corea del Sur, que ponía sobre la mesa iniciativa para reducir la tensión en la frontera. Aunque esto parecía ser un gran paso entre ambas potencias, un año más tarde, las fallidas negociaciones sobre desnuclearización entre Corea del Sur, respaldada por Estados Unidos, y Corea del Norte, desembocaron en la aprobación de un plan de modernización militar, además de un mayor acercamiento con Rusia y China a raíz de varias estrategias económicas fallidas por parte del estado del norte. A raíz de esto, el número de ensayos de lanzamiento de misiles norcoreanos ha incrementado desde 2019, alarmando a Corea del Sur y llevándola a tomar represalias y buscar el apoyo de su aliado americano

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Entre los actores principales destaca Kim Yo-jong. La hermana del dirigente Kim Jong-un, conocida por ser la «cara amable» del régimen norcoreano y un nuevo reflejo de las relaciones inter coreanas, ha tomado un rol en esta guerra propagandística. «Es un preludio a una situación muy peligrosa», amenazaba en su discurso en junio de 2024. Además, no dudó en afirmar que habría «nuevas respuestas» ante la reiterada llegada de panfletos y el uso de altavoces desde Seúl. Se estima que con esto, se pretende dar un mensaje claro. «Inclusive la cara buena de la RPDC puede ser dura con Corea del Sur»

El papel de Estados Unidos

Estados Unidos forma un enclave esencial en esta «guerra sucia». Desde 2017, año que corresponde al inicio de la presidencia de Trump, las tensiones entre Corea del Norte y Estados Unidos incrementaron. El breve acercamiento que hubo entre los estados en 2018 se debió a la mejora de relaciones entre ambas Coreas, a los deseos estadounidenses de negociar con Corea del Norte sobre la desnuclearización y a la imperante necesidad de Pyongyang de establecer lazos diplomáticos entre ambos países para levantar sanciones económicas.

Estas sanciones dificultan la calidad de vida de los ciudadanos norcoreanos, sumidos cada vez más en la pobreza. Al inicio de su mandato, el líder Kim Jong-un prometió  mejorar la economía del país. Sin embargo, el uso prolongado de artillería nuclear y prestación de milicia a Rusia y China incrementaron las tensiones con Estados Unidos, y todo el esfuerzo diplomático quedó inservible. 

Un futuro incierto para las relaciones intercoreanas 

A pesar de presenciar un momento de incertidumbre en las relaciones entre Corea del Norte y Corea del Sur, no queda duda de la gran relevancia de esta guerra propagandística para determinar el futuro de sus relaciones. En especial, se observa la gran potencia desestabilizadora que supone para Corea del Norte una campaña propagandística anti-norcoreana, con la que el régimen lleva en lucha desde su creación. Esta amenaza ha empujado a Corea del Norte a buscar aliados en China y Rusia, aliados poderosos en materias económicas, políticas, y militares. Por ende, el régimen se vuelve más y más hermético y se entorpece el diálogo que puede dar pie a un acuerdo de mutuo entendimiento. 

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Además, la creciente tensión entre los aliados de ambas partes tampoco ayuda en la resolución del conflicto coreano. Otras cuestiones como la creciente escalada de la guerra tarifaria entre China y Estados Unidos o la guerra de Rusia y Ucrania dividen y polarizan las relaciones entre Oriente y Occidente. 

Por otra parte, se subraya la cuestión de la reunificación en una única Corea. Con el aumento de tensiones en la península por aire, mar, y tierra, se percibe cada vez más distante un futuro unificado. Más bien, se augura una creciente escalada que puede estallar en cualquier momento en un conflicto militar de mayor calibre en la península. No cabe duda de que lo que una vez fue un pueblo común está cada vez más dividido. Una respuesta a cómo unificar dos potencias antagónicas pesa y seguirá pesando. 

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