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Tendencias demográficas globales: diferencias entre países desarrollados y en vías de desarrollo

Análisis

David García Pesquera
David García Pesquera
Graduado en Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos. Sus principales intereses son la geopolítica, el análisis de conflictos y la seguridad internacional, especialmente en Europa del Este, Oriente Próximo y el Norte de África.

La demografía es una de las principales variables cuando analizamos un territorio en concreto. Abarca un estudio de la población y los procesos que determinan su formación, conservación y desaparición. De ella depende la tasa de actividad, el dinamismo de una región o sus perspectivas de futuro.

Si bien la población mundial no deja de aumentar, el diagnóstico es muy diferente en función del lugar objeto de estudio. Por lo tanto, nos enfrentamos a una crisis demográfica que no se articula como un fenómeno único y unitario. Sin embargo, se manifiesta de forma dual, con dos escenarios bien diferenciados que podemos analizar por separado.

Dentro de los problemas: doble situación mundial

El resumen general que alcanza el diagnóstico de crisis demográfica tiene dos vertientes diferenciadas en función del desarrollo socioeconómico y cultural de un país. Para realizar consideraciones generales es fundamental dividir la demografía mundial en dos grandes grupos que conforman tendencias contrapuestas. Uno de ellos comprende el mundo más desarrollado y sus países cercanos en tendencia y otro aquellos países en vías de desarrollo o con fuertes elementos culturales influyentes en las dinámicas poblacionales.

Occidente y sus estados aliados

Si valoramos la crisis demográfica desde la perspectiva occidental, las principales variables a exponer son el envejecimiento poblacional, el desplome de la natalidad y la despoblación de zonas rurales afectadas por su escaso dinamismo. 

Acudiendo a la Unión Europea, el envejecimiento poblacional es claro. En 2001, el 16% de la población tenía 65 años o más, mientras que en 2020 la cifra alcanza al 21%. Si centramos los datos en mayores de 80 años, suponían el 3,4% de la población en 2001 y hasta el 6% en 2020. Los jóvenes, por su parte, (0 a 19 años) concentraban el 23% en 2001 y descienden hasta el 20% en 2020. 

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Durante estos años, los datos reflejan el aumento general de estas variables, pero también a nivel individual en todos y cada uno de los países de la Unión Europea. Si bien la población ha experimentado un importante envejecimiento en toda la zona, la pirámide poblacional no se ha invertido de forma más profunda debido a la inmigración, especialmente en el oeste europeo. 

La natalidad se ha resentido en todos estos países, habiendo notables diferencias entre ellos. A nivel general, los países del norte de Europa tienen tasas de natalidad más elevadas que en el sur. La bonanza económica y las ayudas a la conciliación de padres y madres favorecen estos datos. A su vez, la tasa más alta le corresponde a Francia con una media de 1,84 hijos por mujer, principalmente debido a la alta inmigración de culturas más tradicionales en su visión familiar.

Pese al diagnóstico general, Europa occidental tiene margen de reacción ante los datos actuales, ya que su economía sigue siendo fuerte y atractiva para fijar población. Por lo tanto, todos estos países no asumen el principal papel de emergencia demográfica a corto plazo. Sí que comprenden esta posición dos casos de estudio que detallaremos a continuación, uno en el viejo continente y otro en Asia.

Este de Europa: emigración y urbanización

Se trata de una de las zonas más afectadas por dinámicas poblacionales negativas para sus intereses. Los países del este europeo pierden población joven en edad de trabajo que emigra a zonas más dinámicas y achacan una bajada considerable de la natalidad por cambios en las dinámicas sociales, con menos influencia de tradicionalismos. Gran parte de estos movimientos tienen como origen la caída del telón de acero y la apertura que ha tenido lugar desde entonces.

Así pues, en los últimos 30 años Rumania ha perdido el 14% de su población,  Moldavia el 16,9%, Ucrania el 18%, Bosnia el 19,9%, Bulgaria y Lituania hasta el 20,8% y Letonia ostenta la cifra más alta, con un 25,3% menos de población, es decir, ha perdido más de un cuarto del total.

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El propio Centro Internacional de Demografía de Wittgenstein en Viena, afirma que las previsiones de despoblación en los países de Europa del este no tienen precedentes en tiempos de paz. La falta de atractivo del mercado nacional, sumado a la escasa recepción de extranjeros, complica la situación de la juventud más preparada, que se ve en disposición de emigrar. 

El caso de Ucrania es llamativo, ya que no solamente la guerra bloquea su futuro, debido a que previamente ya se estimaba una pérdida de hasta 10 millones de habitantes de cara a 2050, sumada a la ya existente desde 1990, cuando el país contaba con 50 millones de habitantes. El futuro de estas naciones debe estar ligado a fortalecer sus sectores productivos y dar una oportunidad a talento de fuera que reactive su pirámide poblacional.

Japón: envejecimiento sin retorno

La población japonesa se encuentra en 122 millones en 2022, con una caída anual de más de medio millón de habitantes de media que se ha prolongado durante los últimos años. La tasa de natalidad es de 1,3, una de las más bajas del mundo, por primera vez hubo menos de 800.000 alumbramientos en un solo año natural, en 2022. Estos datos sumados a la alta esperanza de vida da como resultado un país envejecido. 

Una de cada 1.500 personas en Japón tiene más de 100 años. La población anciana avanza, mientras que la juventud no compensa ese incremento. La pirámide de población se invierte y Fumio Kishida, primer ministro japonés, ya ha advertido del riesgo de no poder mantener servicios sociales básicos debido a la situación. 

La caída de la tasa de actividad y la población en edad de trabajar debilita a la nación como referente económico y geopolítico mundial y pone en riesgo el mantenimiento de los mayores con el pago de pensiones y los servicios de cuidados y dependencia. El gobierno japonés ya ha concentrado sus esfuerzos en las medidas de apoyo a la familia, ya que la perspectiva oficial sitúa a la población japonesa en 2045 en 106 millones de personas, con una pérdida del 16% del total.

Países en desarrollo

A nivel general, estos países concentran tasas de natalidad elevadas y una población con edad media más joven. Si bien el Índice de Desarrollo Humano es más bajo y las condiciones son más precarias, también existe un margen de crecimiento para sus sociedades de cara a mejorar sus perspectivas de futuro, en la que la demografía constituirá un elevado peso en las dinámicas de poder geopolítico.

Son sociedades más tradicionales, más influenciadas por la religión y en muchas ocasiones con escasos medios anticonceptivos o de planificación familiar. Un hijo supone un garante de un posible ingreso más para una familia en situación de pobreza, mientras que la incorporación de la mujer al mercado de trabajo está en proceso, por lo que una madre como norma general asume las labores de cuidados en primera instancia.

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El 15 de noviembre de 2022, la humanidad alcanzó los 8.000 millones de habitantes. Cada 15 segundos, la población crecía en 33 personas, sumando 70 millones más al año. Este crecimiento se fundamentó en los países en vías de desarrollo, que, según afirma Naciones Unidas, constituyeron el 80% del incremento demográfico.

Destacando el caso de África, es el continente donde más crece la población. Con 4,7 hijos de media por mujer, se estima que en 2050 la población africana será el doble de la actual, pasando de 1186 a 2478 millones de habitantes. Nigeria pasará a ser el tercer país más poblado del mundo, solamente por detrás de China e India. Se trata, por lo tanto, de un impacto demográfico histórico para la humanidad que establece otra variante totalmente opuesta a occidente en materia de crisis demográfica. 

Si las tendencias sociales en estos países no se invierten y a la vez se mantiene el progresivo retroceso de la extrema pobreza a nivel mundial, la situación puede alcanzar dinámicas expansionistas y el reto demográfico pasaría a ser equilibrar el envejecimiento poblacional de algunas de las principales potencias mundiales con el crecimiento y juventud de países menos presentes en la primera línea de las Relaciones Internacionales. Este hecho puede constituir una oportunidad para los países en vías de desarrollo para hacerse fuertes en un contexto global cada vez más multipolar, pero también complica el reparto de recursos y prolifera nuevos flujos migratorios.

China e India: dos potencias demográficas

Como tercer frente de análisis encontramos a China e India, los dos países más poblados del mundo. Ambos tienen tendencias contrapuestas, pero se desmarcan de todos los demás, puesto que el conjunto de su población abarca más de un tercio de los habitantes en todo el planeta, con más de 1.400 millones de personas cada uno de ellos.

Recientemente, India ha adelantado a China como país más poblado del mundo. Se trata de un país con mayor densidad de población y gran peso de las zonas rurales todavía. El reciente resentimiento en China tiene como razones la desincentivación de las familias numerosas, con la política de hijo único, por ejemplo, presente en zonas urbanas desde 1982 a 2015. 

Ambos países concentran el mayor número de ciudades por encima del millón de habitantes (27 en la India y 113 en China), con 5 y 6 megaciudades respectivamente. El área metropolitana de Delhi, con una superficie similar a Badajoz, concentra hasta 29 millones de habitantes. El distrito de Shahdara concentra en un kilómetro cuadrado concreto hasta 90.000 habitantes, el doble que en el más denso de Manhattan.

El binomio China-India a nivel demográfico es un arma de doble filo. Mientras que hay ligeras tensiones entre ambos por asuntos fronterizos en el Himalaya (disputa en Cachemira) y el espacio marítimo (collar de perlas chino), su potencia juntos, en caso de emplear una alianza efectiva, haría de la demografía el aspecto más fortalecedor de su posición internacional.

En resumen, la crisis demográfica global se articula con base en un mundo que va a dos velocidades, con regiones en pleno crecimiento poblacional histórico, mientras que otras se resienten y pierden no solamente población sino también dinamismo. Esta situación es mucho más relevante de cara a la geopolítica mundial, ya que el futuro social y económico de un país o región pasa por una juventud activa y operativa. Cualquier dinámica mundial está protagonizada por actores internacionales y todos ellos cuentan con personas detrás, y la demografía está llamada a ser un elemento de fortaleza o debilidad en el contexto internacional, tanto a nivel económico, social, militar, político y cultural.

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