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Atesh, el grupo de espías más letal de Crimea que busca liberar a Ucrania de Rusia

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Más allá de los frentes ruso y ucraniano, en la disposición principal de la guerra en Ucrania, en la que se distinguen estos dos bandos, existen otros frentes que vienen a explicar la complejidad de parte del este europeo y el espacio postsoviético. En este artículo, David García Pesquera, estudiante del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico analiza la situación del grupo Atesh en Crimea: todo lo que implica este movimiento, sus actuaciones, sus motivaciones, las interacciones durante la guerra y el futuro del conflicto.

¿Quiénes son Atesh?

Atesh, que significa «fuego» en tártaro de Crimea, es un grupo articulado en forma de movimiento militar creado en septiembre de 2022 para combatir a las tropas rusas tras meses de invasión. Atesh se ha comprometido con la liberación de Ucrania del enemigo ruso y desarrolla una estrategia de combate agresiva y articulada en torno a métodos duros pero efectivos.

Su principal objetivo es la expulsión de las tropas rusas. No solamente de Crimea, sino también del resto del país, aunque su área de acción se limita a la propia península principalmente. Dentro de sus actuaciones encontramos sabotajes, ataques a objetivos clave, interrupciones en la logística y fomento del descontento dentro del ejército ruso. 

Su acción más mediática y controvertida fue el asesinato de 30 militares rusos en hospitales de Simferópol en noviembre de 2022. Atesh afirma que tienen infiltrados entre los trabajadores de los hospitales que les permitieron ejecutar la acción de forma más sencilla, en concreto atentar contra soldados rusos heridos, aunque esta información no ha sido confirmada por ninguna fuente oficial.

También han reivindicado su aportación al atentado bomba que mató a tres guardias rusos en una oficina del partido de Putin Rusia Unida. El ataque tuvo lugar en Nueva Kajovka en plena campaña de las elecciones regionales de septiembre de 2023 y además destruyó documentos confidenciales de la formación. Otros actos relacionados con el grupo son el atentado y posterior asesinato del escritor y político Zakhar Prilepin o el ataque contra el submarino B-237 Rostov-on-Don y el gran buque de desembarco Minsk.

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En la actualidad, Atesh actúa como un grupo partisano al servicio de Kiev. Pese a contar con técnicas destacadas para actuar sobre el barro, también funcionan como un grupo espía de contrainteligencia recopilando información de forma meticulosa y fiscalizando cada movimiento de los rusos en Crimea. Fuentes rusas afirman que los miembros de Atesh reclutan de forma recurrente a soldados pertenecientes a unidades militares desplegadas por Rusia, a los que pagan por su traición.

Además, también actúan en los territorios ocupados desde el comienzo de la invasión, principalmente en el este ucraniano. Son alrededor de 1.800 miembros en activo distribuidos por estos territorios, Crimea y también Rusia. Encontramos militares y civiles divididos en dos grupos, uno estratégico y otro más táctico y de planificación de operaciones específicas. Eso sí, todos con el mismo objetivo de socavar posiciones rusas.

Para entender el movimiento detrás de estas acciones y la cercanía de este grupo con el resto de Ucrania, se debe entender al pueblo tártaro desde una perspectiva global. La historia de los tártaros y el contexto en común les ha puesto de acuerdo con el resto de ucranianos para hacer frente a un enemigo común, llegando a ser nombrados «los mejores ucranianos de Crimea».

Los tártaros y su rechazo al proyecto expansionista ruso

El origen de los tártaros es precisamente la península de Crimea, donde el conflicto comenzó hace una década, el mismo tiempo que lleva ocupado por las fuerzas rusas. El pueblo tártaro proviene de la familia túrquica, ubicada principalmente en Asia Central, Anatolia y Europa del Este (turcos, kazajos, azeríes, turcomanos…). 

Los tártaros son principalmente musulmanes sunitas, aunque existen minorías cristianas ortodoxas. Tienen su propia lengua y cultura tártara y también se extienden por zonas de Rusia, en la república de Tartaristán, con capital en Kazán. Otros países donde destacan las comunidades tártaras en minoría son Uzbekistán, Turquía y Kazajistán.

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La primera anexión de Crimea al imperio ruso fue con la zarina Catalina la Grande en 1783. Desde entonces, se ha buscado «rusificar» a los tártaros de Crimea y evitar revueltas ante el poder de Moscú. Todo ello antes de la Revolución Bolchevique de 1917. Con el ascenso de Lenin, los tártaros dentro de Rusia sí que avanzarían en autonomía al proclamarse la república de Tartaristán. Sin embargo, las minorías de otras zonas, incluida Ucrania, no gozarían de la misma suerte.

Con el gobierno de Joseph Stalin (1924-1953), la Unión Soviética practicó la represión activa de los tártaros de Crimea, porque suponían un elemento distorsionador del poder central, hasta el punto que algunos tártaros cooperaron con los alemanes tras la invasión nazi de junio de 1941. Las consecuencias fueron deportaciones masivas, trabajos forzosos y torturas en los gulags. Este suceso se conoce como Sürgün y afectó a más de 190.000 personas que únicamente empezaron a volver con la desestalinización de Nikita Jrushchov.

Tras la caída de la URSS, los tártaros de Crimea obtuvieron la nacionalidad ucraniana. Parecía que la situación era estable hasta la revolución del Euromaidán y la posterior ocupación de Crimea por parte de las tropas rusas en 2014, que desestabilizó la zona y percutió en las diferencias entre los tártaros y los prorrusos. Actualmente, este pueblo representa el 12,7% de la población de la península y en el resto del país son considerados por el gobierno ucraniano como pueblo indígena. Como confirmación de este acercamiento a Kiev que ya perdura durante años, el presidente Zelenski nombró a Rustem Umerov, musulmán y tártaro de Crimea, nuevo Ministro de Defensa en sustitución a Oleksii Reznikov.

Futuro del movimiento en el contexto de la guerra

Si bien el grupo Atesh se caracteriza por su rechazo hacia todo lo que provenga de Moscú y eso ha jugado en favor de compartir intereses con Kiev, el futuro de la guerra en Ucrania sigue siendo incierto. La presencia de estos partisanos frena la impunidad con la que las fuerzas rusas se manejan en Crimea desde hace años, antes de la invasión de febrero de 2022, poniendo así en jaque su dominio sobre una zona tan estratégica que garantiza la salida al mar de la flota rusa.

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La importancia de Crimea va más allá de la reivindicación histórica que el régimen de Putin ha desarrollado ideológicamente. El puerto de Sebastopol constituye el principal punto de acuartelamiento de la flota del Mar Negro. Esta ubicación garantiza una rápida salida al Mediterráneo a través del Bósforo, a la par que se evita la congelación del mar durante los meses más fríos del invierno ruso. Esto no ocurre con la flota del norte, el Báltico y parte de la del Pacífico, algo que limita mucho militarmente a Rusia.

Si Atesh desarticula o consigue la desestabilización del ejército ruso, el frente sur en Crimea añadirá una nueva complicación para el Kremlin. La expulsión de Rusia del Mar Negro supondría uno de los mayores golpes sobre los que su plan de invasión de Ucrania se sostiene. Atesh lo identifican a la perfección y actúan en consecuencia. 

Por otra parte, las tácticas de compra de voluntades e intentos de deslegitimación del poder de Moscú de cara a su ejército son los elementos más útiles para la resistencia tártara, ya que ponen de manifiesto las fisuras no solamente en la sociedad rusa sino en el liderazgo de Putin. Por eso es otro de los principales puntos de actuación de los partisanos tártaros. 

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El propio Sergei Aksyonov, jefe de gobierno de la República de Crimea, en declaraciones para la radiotelevisión Vesti Crimea, afirmó que «sin excepción, todos los grupos que perpetraron ataques terroristas en Crimea han sido detenidos». En Crimea no les espera nada más que la prisión o la muerte. Además, añadió: «¡Olvídate de lo que dicen! ¡Ni siquiera quiero comentar sobre payasos! Todo es mentira de principio a fin». 

El nerviosismo entre las fuerzas del Kremlin y las autoridades rusas es evidente ante el avance de este tipo de prácticas por parte de grupos que no son capaces de controlar a nivel organizativo. Por su parte, al preguntar por el futuro de Atesh a un miembro anónimo, afirma que «hay muchas operaciones que es mejor no revelar». Ellos aseguran que de su éxito depende la resistencia en minoría en una futura Crimea ucraniana sin fuerzas de ocupación.

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