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¿Qué es un superpronosticador y cómo convertirse en uno?

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Por todos es sabido que existen personas con capacidades extraordinarias, habilidades que les llevan a destacar sobre la media y, dependiendo del tipo de capacidad que posean, pueden llegar a convertirse en sujetos valiosos para la sociedad. Pero, ¿qué tipo de talento puede ser verdaderamente útil en un mundo donde la incertidumbre reina y el contexto geopolítico cada vez se torna más complejo? La respuesta la encontramos en aquellas personas que posean la facultad de prever acontecimientos y se anticipan a los sucesos. Esas personas son los superpronosticadores. El profesor del Máster Profesional de Analista de Inteligencia y del Curso de Técnicas y Métodos de Análisis de Inteligencia (Nivel 1) de LISA Institute, Hugo Zunzarren y la alumna del mismo máster, Rocío Medina explican qué es un superpronosticador y por qué cualquiera puede convertirse en uno.

Se conoce que en la antigüedad algunas civilizaciones confiaban la toma de decisiones a consejeros con habilidades místicas, oráculos o videntes. No obstante, los superpronosticadores no se tratan de personas con poderes sobrenaturales, sino de sujetos con una habilidad superior para predecir eventos futuros con una muy alta precisión, superando en muchas ocasiones a expertos.

Fue el escritor de ciencia política y psicólogo, Philip E. Tetlock quien promovió el uso del término «superpronosticador» en su obra «Superforecasters: The art and Science of Prediction» (2015), donde, además, expuso las habilidades y características de este tipo de individuos. Mente abierta, conocimiento profundo, autoanálisis, pensamiento crítico y enfoque orientado en la evaluación de probabilidades, fueron algunos de los rasgos que atribuyó a los superpronosticadores.

¿De dónde vienen los superpronosticadores?

Hemos remontado a los estudios de análisis de inteligencia y predicción, como el proyecto Good Judgment Project, más conocido por sus siglas «GJP». Proyecto que surgió como una iniciativa que contó con la financiación del gobierno de los Estados Unidos mediante la IARPA, Intelligence Advanced Research Projects Activity, siendo fundado por Philip E. Teclock, Barbara Mellers y Don Moore en 2011 y con la finalidad de potenciar las predicciones sobre la geopolítica y la geoeconomía.

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Durante el transcurso del GJP, se detectaron a personas con unas capacidades sobresalientes para generar predicciones, superando a reconocidos expertos cuya labor consistía en prospectar después de haber realizado una ardua labor de análisis. Asimismo, el proyecto recopiló los datos y pronósticos proporcionados por los superpronosticadores, lo que ayudó a demostrar y validar sus facultades, pues las previsiones fueron acertadas.

Un dato curioso es que, en la actualidad, podemos encontrar en internet la página web «Good Judgment Open®», propiedad de Good Judgement, empresa que ofrece servicios de predicción al contar con superpronosticadores. De hecho, los fundadores del proyecto GJP son quienes conforman la empresa. En dicha página web se publican desafíos y preguntas en materia de geopolítica, geoeconomía, social, etc. De modo que, permite detectar a más superpronosticadores entre los usuarios registrados con base en su porcentaje de aciertos y concreción. Adicionalmente, en la página web se ofrecen métodos y herramientas para ganar destreza en el arte de la prospectiva. 

Superpronosticadores reconocidos

Como cabría esperar, contar con sujetos que poseyeran la facultad de generar predicciones acerca de sucesos que generan incertidumbre y hacerlo de manera precisa, se convirtió en la Piedra de Rosetta que tanto los servicios de inteligencia como los gobiernos anhelaban. Sin olvidar al sector financiero y empresarial y más aún teniendo presente el contexto geopolítico, cada vez más convulso y volátil.

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Entre los superpronosticadores más conocidos encontramos a Warren Hatch, CEO de Good Judgment, quien ha trabajado en grandes empresas y gobiernos, apoyando y mejorando la toma de decisiones a nivel estratégico gracias a su habilidad. También a Melissa Ko, cofundadora de Good Judgment. Michael Story,  Andrew Mauboussin y Elaine Rich, quienes también han trabajado en dicha empresa. Sin olvidar a Parker Holman, quien innovó por su capacidad de pronosticar e integrar datos multifuente. José M. Ulfelder, analista de riesgos políticos, quien ha colaborado a nivel internacional con organizaciones para generar marcos de actuación ante eventos de crisis internacional. Y por último, Tomás Pueyo, el ingeniero español que, gracias a sus análisis y prospectiva, sirvió de apoyo durante la pandemia del COVID-19. 

Métodos y características de los superpronosticadores

Todos los superpronosticadores reconocidos comparten algunos rasgos similares. Cada uno en mayor o menor medida, pero suelen ser comunes. A continuación mostramos algunas características:

  • Los superpronosticadores lo son de forma inconsciente; es decir, no aplican un método científico a su arte. Esto es muy bueno para el resto de la sociedad: si se descubren las facetas claves que hacen de un superpronosticador, será posible trabajar dichas facetas.
  • Autoconciencia en cuanto a la comprensión de los propios sesgos cognitivos. Son capaces de entender qué les sesga y cuál es el impacto en su pronóstico. De hecho, buscan activamente el supuesto sesgado o falaz, dando por sentado que siempre existe. Además, son conscientes de que los sesgos que les «aquejan» no son siempre los mismos y fluctúan en función de las situaciones y estados de ánimo.
  • La eficacia de este proceso involuntario, por desgracia, es dependiente del conocimiento que tenga cada superpronosticador en cuestión sobre sesgos y falacias. Si el sujeto tiene una formación pobre al respecto, su detección será pobre.
  • Los superpronosticadores desgranan los problemas en sus más pequeñas partes constituyentes de manera que sean más manejables. Además, evalúan los impactos y consecuencias de las partes entre sí, aplicando probabilidad a cada impacto o consecuencia. Todo ello en función de las fiabilidades que atribuyen inconscientemente a tanto las asunciones que han hecho sobre los impactos o consecuencias, como a la fiabilidad de las fuentes e informaciones desde las que han obtenido las evidencias que les han permitido desgranar el problema en sus partes más pequeñas.

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  • No dictaminan en forma dicotómica (algo sucederá o no), sino que evalúan las probabilidades de diferentes escenarios. Esto les permite captar dónde se sitúa la incertidumbre inherente a la mayoría de las situaciones para detectar los indicadores con mayor valor diagnóstico (esas informaciones que dicen más sobre si algo va a pasar o no), y focalizarse en ellos.
  • Son inconscientemente conocedores de lo que no saben respecto de lo que están analizando. Revisan sus pensamientos, se preguntan qué no han visto, en qué han fallado, y si no lo determina, por qué podría ser que no lo estén viendo. Además, buscan retroalimentación, de manera que les ayude a mejorar en sus predicciones, testando continuamente sus predicciones. Por esto, y de forma natural, actualizan sus predicciones en función de cada nueva información que detectan sobre el tema objeto de predicción.

«Eso significa que tienden a ser mejores al hacer estimaciones iniciales, tan pronto como se les hace una pregunta, pero son aún mejores en actualizar lo que piensan a medida que obtienen más información, así que pueden recalibrar si la probabilidad es más alta o más baja», explicó el politólogo (Tetloc).

Todos comparten otro rasgo: tienen una mentalidad abierta que les permite lidiar con la incertidumbre o la ambigüedad, tendiendo naturalmente a analizar los problemas desde todos los ángulos, para superar los sesgos en función de cada nueva evidencia. 

  • Abandonan sus opiniones con facilidad, ellos para sí mismos no son más que otra fuente y ni siquiera tan fiable como la más fiable, porque son conscientes de que su opinión precedente sobre un tema se fraguó con una información concreta, en un estado de ánimo concreto y para un objetivo concreto. Y esto puede no ser válido para el análisis que les ocupa en el momento de pronosticar.

«Los superpronosticadores son muy buenos, simplemente abandonando lo que habían pensado que era correcto y adoptando otra opinión».

  • Por todo lo anterior, este tipo de personalidad busca informaciones de todo tipo. Sobre todo, las provenientes de análisis cuyas conclusiones son contrarias a las que han emitido para determinar la razón de esas conclusiones y ver si el proceso mental que la persona contraria ha seguido es válido, y, por tanto, a tener en cuenta.

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  • Por lo anterior, están muy interesados en la actualidad y les gusta colaborar con otros para enriquecer su proceso e identificar ángulos nuevos de perspectiva. 
  • Los superpronosticadores fomentan el trabajo en red para tener acceso a pares a quienes solicitan consejo y que esto les permita refinar sus predicciones. Además, practican la predicción de forma habitual para analizar su propio proceso, testearlo, y aprender así de sus errores. 
  • También suelen analizar sus estimaciones pasadas respecto de lo que finalmente ha pasado para comprender dónde y por qué se equivocaron y utilizan estas lecciones para mejorar sus predicciones siguientes.

Por eso puede parecer que trabajan lentamente, pero en realidad están analizando cada paso del proceso, poniéndolo en perspectiva respecto de otros procesos similares, fallidos o exitosos, trabajando por analogía.

  • Esto hace que sus predicciones, basadas en analogías y obtenidas por un procesamiento mental inconsciente y de capacidad limitada, soporten mal las discontinuidades, es decir, eventos muy alejados de la media o con una secuencia de ocurrencia de eventos poco probables. Esta falta de éxito frente a lo no lineal (por ejemplo, sorpresas estratégicas) se debe a que efectúan sus predicciones sin soporte, digamos, de procesamiento adicional, como puede ser un software. 

Sin embargo, los superpronosticadores suelen utilizar métodos estructurados de análisis para evaluar la información y hacer predicciones, siendo estos métodos muy intuitivos y escasamente científicos. 

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Curiosamente, los superpronosticadores no se consideran a sí mismos como tales, no saben que lo son. Sin embargo, efectúan esa suprepronosticación como si fuera un puzle, un juego o un reto, donde cada ensayo mejora el proceso siguiente.  

¿Qué hacer para entrenar la superpronosticación?

Visto lo anterior, es posible determinar qué habilidades habría que abordar para trabajar las capacidades de suprepronosticación cuando estas no son innatas.

  • Conocimiento profundo de sesgos cognitivos y falacias.
  • Inquietud por validar la información antes de usarla. Para ello, resulta imprescindible conocer las técnicas como «admiralty code» o similares.
  • Inquietud por los puntos ciegos en las estimaciones, siendo siempre conscientes de cuánto se sabe sobre algo, cuánto debería saberse antes de dictaminar con fiabilidad y saber cómo colmar ese hueco.
  • Conocer técnicas estructuradas de análisis de información y asimilarlas hasta que formen parte de su modus operandi de análisis habitual. Es decir, automatizar el pensamiento crítico de calidad
  • Inquietud por la fiabilidad de las predicciones y humildad al hacerlas. Validar con fuentes contrarias o pares, para lo cual es necesario trabajar estos accesos a fuentes y pares.

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