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¿Cómo funcionan las armas químicas? Tipos, funciones y reglamentos

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Master Analista Internacional y Geopolítico

Alemania durante la Primera Guerra Mundial, España durante la Guerra del Rif, o más recientemente Siria en la guerra civil. Todos ellos han empleado armas químicas. Debido a los efectos extremos e indiscriminados de estas armas, su uso es considerado un crimen de guerra por la Convención sobre Armas Químicas (CAQ) de 1997. ¿Cómo se clasifican estas armas, cómo funcionan y qué dice la comunidad internacional al respecto?

Junto con las armas nucleares y las biológicas, las armas químicas son armas de destrucción masiva (ADM) capaces de causar un daño extenso y severo en una escala masiva, afectando a un gran número de personas, infraestructuras y al medio ambiente. Mientras que las armas biológicas emplean organismos vivos o toxinas, y las armas nucleares se basan en reacciones de fisión o fusión, las armas químicas emplean sustancias químicas tóxicas para causar estos daños.

Las armas químicas son agentes químicos que causan daño al ser inhalados, ingeridos o absorbidos a través de la piel. Desde ampollas en la piel, a asfixia y envenenamiento de la sangre, los efectos de las armas químicas pueden causar niveles de sufrimiento extremos a diferentes partes del cuerpo. Para llegar a los objetivos, los agentes químicos se introducen en misiles balísticos, bombas aéreas, minas terrestres, granadas o tanques de aerosol.

El auge de la producción industrial a finales del siglo XIX abrió la puerta al uso más masivo de agentes químicos en combate y la guerra química en su forma «moderna» comenzó en la Primera Guerra Mundial. El primer ataque a gran escala ocurrió en la ciudad belga de Ypres, el 22 de abril de 1915.

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Al finalizar la guerra, se habían liberado un total de 124.200 toneladas de gas, mostaza, cloro y otros agentes químicos, resultando en más de 90.000 soldados muertos y cerca de un millón de soldados lesionados o desfigurados. Desde entonces, las armas químicas han provocado más de un millón de muertes a nivel mundial. En las últimas décadas, las regiones más afectadas por ataques químicos han sido Asia meridional, Oriente Medio y el Norte de África

Las principales formas de armas químicas incluyen: agentes pulmonares, sanguíneos, nerviosos, vesicantes, incapacitantes y lacrimógenos, que se categorizan según cómo afectan al cuerpo humano.

1. Agentes pulmonares

2. Agentes sanguíneos

  • ¿Cómo funcionan? Al inhalarse estos vapores, los agentes sanguíneos bloquean una enzima crucial para la respiración celular, interfiriendo con la capacidad de la sangre para transportar oxígeno a los tejidos del cuerpo. Provocan convulsiones y los órganos vitales fallan en cuestión de minutos.
  • Ejemplos. El cianuro de hidrógeno y el cloruro de cianógeno.
  • Usos reales. Fueron utilizados en las cámaras de gas de campos de concentración nazis. En sus experimentos para buscar formas de exterminio más eficientes, los nazis observaron que los gránulos de Zyklon B (un pesticida a base de cianuro) se convertían en un gas mortal al entrar en contacto con el aire, por lo que se convirtió en el agente exterminador de la mayoría de sus campos.

3. Agentes nerviosos

4. Agentes vesicantes

  • ¿Cómo funcionan? Pueden presentarse en forma de gas, aerosol o líquido y causar ampollas y quemaduras severas en la piel y las mucosas. Pueden provocar complicaciones en el sistema respiratorio si se inhalan y en el tracto digestivo si se ingieren. Solo son letales en muy altas concentraciones.
  • Ejemplos. El gas mostaza de azufre, la mostaza nitrogenada y la lewisita.
  • Usos reales. El gas mostaza fue desarrollado y usado extensivamente durante la Primera Guerra Mundial. Más tarde, durante la guerra del Rif (1921-1926), las Fuerzas Aéreas españolas bombardearon repetidamente la zona del Rif con gas mostaza. Aún hoy persisten los efectos de esta guerra química y en Marruecos el 80% de los adultos pacientes con cáncer provienen de estas áreas.

5. Agentes incapacitantes

  • ¿Cómo funcionan? Son productos poco tóxicos cuyo principal objetivo es afectar al sistema nervioso para desorientar o paralizar temporalmente. El BZ, por ejemplo, provoca alteraciones mentales, confusión, pensamientos psicóticos y alucinaciones. En dosis elevadas pueden causar daños permanentes o la muerte.
  • Ejemplos. El BZ y la mescalina.
  • Usos reales. Un gas narcótico desconocido fue el causante de la tragedia en el teatro de Moscú en 2002. Terroristas chechenos liderados por Movsar Barayev capturaron a 912 rehenes en el teatro Dubrovka durante tres días y, para poder comenzar la operación de rescate, los agentes de seguridad rusos introdujeron este gas en el sistema de ventilación del edificio. Lograron neutralizar a los secuestradores, pero desgraciadamente el gas se cobró la vida de 125 rehenes.

6. Agentes lacrimógenos

  • ¿Cómo funcionan? Están diseñados para incapacitar temporalmente sin causar la muerte. Tienen un efecto inmediato, provocando una irritación severa que genera lágrimas, ceguera temporal, y dificultad para respirar. El CN, por ejemplo, afecta principalmente a los ojos, mientras que el CS es más irritante y puede quemar los ojos, la piel y las vías respiratorias.
  • Ejemplos. El gas CS, el gas CN y el PS.
  • Usos reales. Son comúnmente utilizados como agentes antidisturbios. Estos agentes están prohibidos por la Convención sobre Armas Químicas (CAQ)  si se utilizan como «método de guerra», pero se permiten para la aplicación policial doméstica.

¿Qué dice la comunidad internacional al respecto?

La Declaración de la Conferencia de Paz de La Haya de 1899 marcó el primer intento de limitar los agentes químicos en conflictos, aunque solo prohibía proyectiles dedicados a la dispersión de gases asfixiantes o nocivos.

Más tarde, el uso generalizado de armas químicas en la Primera Guerra Mundial impulsó los esfuerzos internacionales y así nació el Protocolo de Ginebra de 1925. El documento prohibía el uso de armas químicas y biológicas en batalla y estableció un marco legal internacional inicial para controlar su utilización. 

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Si bien fue un gran paso, el protocolo no reguló la producción, investigación o almacenamiento de estas armas, y permitía a las naciones reservarse el derecho a tomar represalias con armas químicas en caso de un ataque químico adversario.

No fue hasta la Convención sobre Armas Químicas (CAQ), en vigor desde 1997, que se establecieron unas normas internacionales más exhaustivas que prohíben el desarrollo, producción, adquisición, almacenamiento, uso y transferencia de armas químicas. La CAQ requiere la destrucción de los arsenales existentes y la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ), es la encargada de realizar inspecciones regulares para garantizar su cumplimiento.

Actualmente, tiene 193 miembros, pero solamente una nación, Israel, ha firmado, pero no ratificado el tratado, mientras que tres naciones (Egipto, Corea del Norte y Sudán del Sur) ni lo han firmado ni ratificado. Cabe destacar también que Siria no ha declarado la totalidad de su arsenal químico.

Armas químicas: un futuro incierto

A pesar de los esfuerzos de la Convención sobre Armas Químicas para eliminar estos arsenales mortales, la cuestión de las armas químicas sigue siendo una preocupación global.

Un ejemplo claro es el de Siria. Aunque se unió a la CAQ y declaró la destrucción de su arsenal químico en 2013, continúan las denuncias sobre el uso continuo de armas químicas en la guerra civil.

Por otra parte, Corea del Norte, no signatario de la CAQ, se cree que posee grandes arsenales de armas químicas, probablemente superiores a las 5.000 toneladas métricas. Es más, Siria y Corea del Norte han colaborado juntos en la fabricación de armas químicas. Estos hechos subrayan la persistencia de las capacidades de guerra química fuera del control internacional.

Con el avance de la tecnología, también existe la preocupación sobre la posibilidad de que grupos terroristas puedan adquirir o desarrollar armas químicas mediante métodos clandestinos, como fue el caso de Aum Shinrikyo.

Aunque la CAQ ha logrado avances significativos en la eliminación de armas químicas, el futuro sigue siendo incierto. Esta amenaza requiere una vigilancia constante y un fortalecimiento de los mecanismos de cumplimiento nacionales e internacionales.

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