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Qué es el Batallón Azov y Netzah Yehuda: origen e influencia en Ucrania e Israel

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La reciente decisión de Washington de desbloquear la ayuda militar a Ucrania e Israel ha puesto en el foco la controvertida actuación de unidades armadas radicales como el Batallón Azov (Ucrania) y la Netzah Yehuda (Israel), acusadas de presuntas violaciones de derechos humanos. En este artículo, Roberto Mansilla Blanco, alumno del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute explora el origen y la naturaleza política y militar de ambos grupos, así como su influencia en sus respectivos países. También examinará cómo el peso de estos grupos condiciona los mecanismos de ayuda que Estados Unidos mantiene con Ucrania e Israel en contextos bélicos críticos.

La decisión del presidente estadounidense Joe Biden de aprobar un nuevo paquete de ayuda militar para Ucrania, Israel y Taiwán, valorado en 95.000 millones de dólares estadounidenses (61.000 millones de euros) coloca en el centro de atención la actuación de unidades militares radicales con peso específico en dos escenarios bélicos, Ucrania y Gaza, que han sido objeto de denuncias por violaciones de derechos humanos.

Son los casos del ucraniano Batallón Azov y del israelí Netzah Yehuda. En el primero, desde 2015, Washington ha advertido a Ucrania de excluir a este grupo a la hora de recibir ayuda financiera y logística por su ideología radical contra minorías étnicas. Sobre la milicia israelí, la Administración Biden estudia igualmente sancionarla ante las denuncias de violaciones de derechos humanos contra palestinos en el territorio de Cisjordania

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En un año electoral presidencial en Estados Unidos, donde la polarización política ha llegado incluso a las universidades estadounidenses a través de protestas propalestinas, la Administración Biden intenta manejar con cierta pulcritud hacia dónde se dirigen estas ayudas. Estas, vistas en perspectiva política y militar, son clave para mantener en pie a gobiernos aliados como el del ucraniano Volodímir Zelenski y el del israelí Benjamín Netanyahu. Así, Washington debe acometer delicados equilibrios en cuanto al otorgamiento de unas ayudas que terminen beneficiando a unas milicias conocidas por su radicalismo extremista y récord en materia de derechos humanos, pero que, para sus gobiernos aliados, resultan vitales tenerlos a manos por su efectividad en el campo de batalla. 

La Brigada Azov: entre la «heroicidad» y la vinculación neonazi

Creada en 2014 por Andríy Bielitsky en la ciudad de Mariúpol, muy próxima al Mar de Azov, la Brigada Azov es una unidad de infantería integrada dentro de la Guardia Nacional de Ucrania con tropas desplegadas en varias regiones del país. 

La composición numérica de sus fuerzas es un tema de controversia, pero se estima en más de un millar de efectivos. Entre ellos destacan grupúsculos «ultras» del equipo de fútbol Dínamo de Kiev, especialmente en el caso de uno de sus más célebres comandantes, Denys Prokopenko, un aspecto que puede explicar la popularidad del Azov en varios segmentos sociales ucranianos. Estos orígenes enmarcados en aficiones radicales también se pueden ver en los iniciales militantes de Azov, siendo el caso más significativo la «Secta 82» simpatizantes del equipo F.C. Metalist Kharkiv.

El Azov ha ejercido un peso político y militar cada vez más importante dentro de Ucrania, adquiriendo una dimensión aún mayor tras la invasión militar rusa de 2022. Con anterioridad, durante el conflicto en el Donbás (Este de Ucrania) desde 2014, sus efectivos combatieron contra las milicias de las recién proclamadas independientes Repúblicas de Donetsk y Lugansk, hoy insertadas dentro de la Federación de Rusia a través de referéndums no reconocidos por la mayor parte de la comunidad internacional. Por tanto, muchos ucranianos observan al Azov como el verdadero estandarte de la defensa nacional. Su popularidad también alcanza la diáspora ucraniana, principalmente en el caso del Congreso Ucraniano-Canadiense, contextos donde ha tenido difusión mediática y recibido ayuda logística, económica e incluso de combatientes. 

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Su momento de «gloria nacionalista» como movimiento de resistencia ante la agresión rusa se consolidó con su defensa de la localidad de Mariúpol y, específicamente, de la fábrica de acero de Azovstal en mayo de 2022. Si bien la ciudad terminó cayendo a manos rusas, esta acción reforzó la popularidad del Azov entre la sociedad ucraniana. Posteriormente, la milicia fue reconstituida como la 12ª Brigada de las Fuerzas Especiales de Azov. Sus combatientes también han estado presentes en frentes de guerra importantes como Bajmut, desde abril de 2023 bajo control ruso.

No obstante, sus orígenes ideológicos e históricos son objeto de controversias. Su fundador Bielitsky inició en 2002 su carrera política convirtiéndose en el líder de la organización paramilitar Tryzub en la localidad de Kharkiv. Esta organización fue fundada en 1993 por el Congreso de Nacionalistas Ucranianos. 

El Tryzub glorifica al líder nacionalista ucraniano Stepan Bandera, acusado por diversos historiadores de colaborar con el invasor nazi así como de presuntamente cometer atrocidades contra minorías étnicas, particularmente polacos, judíos, rusos y bielorrusos, en la Ucrania ocupada entre 1941 y 1944. Arrestado por la Gestapo, la policía política alemana, Bandera se refugió en Alemania Occidental, donde siguió implicado en las actividades de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN-B), así como en colaborador de los servicios de inteligencia estadounidenses y británicos. Bandera fue asesinada en 1959 por el KGB soviético.

Además del culto nacionalista a Bandera, la simbología nazi forma parte de la estética militar de la Brigada Azov, que luce como distintivo en su uniforme un símbolo de las SS nazis, el wolfsangel sobre un sol negro. Otra de las referencias nazis que el Azov y otros grupos de la extrema derecha ucraniana glorifican es la División Galitzien de las Waffen SS, cuyo teatro de operaciones fue precisamente la Ucrania ocupada. 

Para Rusia, la Brigada Azov y otros partidos políticos ultranacionalistas simpatizantes de estas ideologías como Pravy Sektor (Sector Derecho) y la Unión Panucraniana Svoboda constituyen la evidencia del proceso de «nazificación» y de extrema derecha nacionalista que, según el Kremlin y algunos historiadores, han permeado diversas esferas de la vida política, militar y social ucraniana. 

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Para las autoridades rusas, este proceso se hizo patente con la rebelión ciudadana del Maidán de 2013-2014, que provocó la caída del entonces presidente Víktor Yanukóvich, considerado como un aliado del Kremlin. Algunas fuentes aseguran que, durante esa crisis, la capacidad paramilitar del Batallón Azov y sus conexiones con sectores militares ucranianos llegó a ser predominante, incluso suplantando el protagonismo de un movimiento, el Maidán, originalmente cívico. 

Tras la caída de Yanukóvich (febrero de 2014), que Moscú calificó como un «golpe de Estado», las nuevas autoridades ucranianas insertaron en las altas esferas de poder a conocidos miembros del partido Svoboda con conexiones con Batallón Azov y Pravy Sektor. Destacan aquí los casos de miembros de Ihor Tenyukh nombrado entonces como Ministro de Defensa; Oleh Makhnitsky como Fiscal General del Estado; Oleksandr Sych como viceprimer ministro; Andriy Mokhnyk como Ministro de Ecología y Recursos Naturales; e Ihor Shvayka como Ministro de Agricultura. 

El nuevo modelo de Estado implantado en Kiev tras el Maidán fue políticamente revanchista. Acosó hasta su desintegración al Partido de las Regiones, cuyo líder era precisamente el defenestrado Yanukóvich y para aquel entonces el partido más votado en Ucrania. Igualmente, se ilegalizó al Partido Comunista de Ucrania. 

Por su parte, Pravy Sektor fue creado como grupo paramilitar en noviembre del 2013 al calor de las protestas del Maidán. Agrupó a colectivos radicales como la Asamblea Social-Nacional, White Hammer, Carpathian Sich y el ya mencionado Tryzub. Su fundador fue Dmytro Yarosh, un histórico ultranacionalista ucraniano que trabajó en la Rada (Parlamento) para el jefe de los servicios de seguridad, Valentyn Nalyvaichenko, un simpatizante de este partido que con anterioridad fue Cónsul de Ucrania en Washington.

En su narrativa propagandística de «desnazificación» de Ucrania que sirve para legitimar la denominada «Operación Militar Especial» desde 2022, Moscú califica a la Brigada Azov como «grupo terrorista» por su participación en violaciones y masacres contra civiles y poblaciones étnicamente rusas en el Donbás, al Este ucraniano, región en la actualidad  ocupada militarmente por Rusia, pero que mantiene un conflicto armado con Kiev desde 2014. También fue notoria la actuación del Azov y Pravy Sektor en el asalto a la Casa de los Sindicatos de la ciudad portuaria de Odesa en mayo de ese mismo año, con múltiples víctimas mortales.

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El Kremlin apunta a Pravy Sektor y Svoboda como apoyos políticos del Batallón Azov y elementos de presión desde Kiev para iniciar un proceso de «des rusificación» de Ucrania, eliminando la simbología histórica y degradando el uso oficial de la lengua rusa. Según un comunicado de marzo de 2022 del Ministerio de Exteriores ruso, el objetivo de estos movimientos ultranacionalistas es presuntamente crear «una Ucrania sin judíos ni rusos».

No obstante, otras fuentes descartan la supuesta inclinación «neonazi» de los miembros de Azov argumentando escaso peso político y electoral de la extrema derecha ucraniana dentro del Parlamento y las instituciones políticas, administrativas y militares.

Los dilemas de Zelenski

No obstante, el momento actual del Batallón Azov implica incómodos dilemas para Zelenski, cada vez más dependiente de este grupo armado y de una ayuda occidental especialmente condicionada por parte de Washington para evitar que la misma caiga en manos de estos grupos radicales. 

Kiev tiene serios problemas de reclutamiento de combatientes: ha rebajado de 27 a 25 años la edad de movilización militar. Se estima que necesitan unos 500.000 efectivos para mantener el esfuerzo de guerra. Con millones de ucranianos refugiados en Europa, el gobierno de Zelenski ha ordenado a sus Consulados no conceder la renovación de pasaportes a ucranianos varones con el objetivo de que retornen a su país para luchar contra el invasor ruso. 

Zelenski y la cúpula militar confían igualmente en que la popularidad del Batallón Azov se mantenga intacta como elemento de reclutamiento de efectivos, tomando en cuenta el fortalecimiento de su imagen como movimiento de resistencia. A través de sus redes sociales, el Azov se ha mostrado eficaz en su campaña de acogida de voluntarios combatientes, así como para la defensa del territorio ucraniano. 

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Más allá de su favorable imagen interna dentro de Ucrania, la Brigada Azov está incluida en la «lista negra» de EE. UU. y de Europa por ser una organización paramilitar acusada de vínculos con grupos neonazis y ultranacionalistas, así como de cometer violaciones de derechos humanos. Esta condición sirvió para su exclusión del reciente paquete de ayuda estadounidense, lo cual le obstaculiza para recibir ayuda logística y financiera. 

Pero la escasez de combatientes ucranianos y el reforzamiento militar ruso vía contraofensiva en el frente ha persuadido al comandante del Azov, Denys Prokopenko a dar un «giro copernicano» en la imagen que se tiene de su organización en el exterior, intentando con ello demostrar su desconexión de cualquier tipo de ideología radical. El objetivo obviamente es persuadir a Washington de remover a Azov de esta lista de excluidos y así poder beneficiarse de las ayudas financieras y de armamento occidental.

Netzah Yehuda: el bastión ultraortodoxo de los colonos israelíes

Bajo el contexto de la guerra que desde octubre pasado se lleva a cabo en Gaza por parte del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu contra el movimiento palestino Hamás, la reciente ayuda financiera y militar estadounidense a Israel ha colocado en el centro de atención a otra unidad militar, en este caso la Netzah Yehuda, literalmente en idioma hebreo «Judea por Siempre».

Creada en 1999 originalmente bajo el nombre de Nahal Haredi, esta unidad militar perteneciente a las Fuerzas Armadas israelíes (IDF por sus siglas en inglés) tiene raíces también religiosas, ya que se constituyó inicialmente para acomodar en el Ejército a los judíos ultraortodoxos, exentos de realizar el servicio militar. 

Esta compatibilización de tareas dentro del Ejército israelí le permitió a Netzah Yehuda erigirse como una especie de portavoz de la comunidad ultraortodoxa hebrea en el estamento militar. Su labor fue de facilitador de aquellos ultraortodoxos para que pudieran seguir con sus prácticas religiosas sin afectar su servicio militar. No obstante, han surgido críticas dentro de Israel por el supuesto trato favorable que, gracias a la actuación del Netzah Yehuda, se le ha otorgado a los judíos ultraortodoxos dentro del IDF.

Esta sintonía con los sectores ultraortodoxos llevó a esta unidad militar a congeniar con otro actor clave dentro de la sociedad israelí: los colonos judíos, cuyo activismo político nacionalista con tintes de derecha radical genera importantes cuotas de poder dentro de la política israelí. Esto ha provocado que Netzah Yehuda participara incluso en las actividades de despojo de territorios a palestinos en Cisjordania a favor del lobby de los colonos judíos. De acuerdo al grupo israelí de derechos humanos Yesh Din, esta unidad militar tiene «la tasa de condenas más alta de cualquier unidad del Ejército israelí por delitos contra palestinos desde 2010».

Básicamente concentrado en Cisjordania, fuentes israelíes afirman que, desde enero de 2024, Netzah Yehuda está presente en las operaciones militares en Gaza, territorio en el que los colonos judíos vuelven a establecer sus asentamientos tras la expulsión de centenares de miles de palestinos. Tomando en cuenta sus precedentes en Cisjordania, esta presencia del Netzah Yehuda en Gaza aviva las suspicacias sobre posibles violaciones de derechos humanos y masacres contra la población civil palestina.

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En abril pasado, el Departamento de Estado de EE. UU. publicó un informe en el que revelaba las violaciones de derechos humanos de Netzah Yehuda en Cisjordania cometidos a través de operaciones militares a principios de 2022. Por ello, la Administración Biden está debatiendo la posibilidad de sancionar a esta unidad militar para dejarla por fuera del paquete de ayuda aprobada recientemente para Israel. 

Esto motivó a una respuesta airada por parte de Netanyahu ante la posibilidad de sanciones a unidades militares israelíes como Netzah Yehuda que parecen adquirir un cierto protagonismo en el teatro bélico. Ante las acusaciones de atrocidades cometidas por unidades militares israelíes en Gaza y las condiciones que Biden impone para enviar su ayuda, esta respuesta de Netanyahu confirma igualmente la frialdad y el distanciamiento por el que atraviesan las relaciones entre Washington y Tel Aviv. 

Netanyahu, la CPI y la imagen exterior de Israel

El clima internacional se complica igualmente para los intereses israelíes. Este 21 de mayo, el fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) Karim Khan, dictó una orden de arresto contra Netanyahu, el ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant así como también contra los líderes de Hamás por violaciones de derechos humanos. Un día después de que el CPI emitiera esta orden, tres países europeos, Irlanda, Noruega y España, anunciaron que reconocerían oficialmente al Estado de Palestina el próximo 28 de mayo, provocando inmediatamente una crisis diplomática con Israel.

Este contexto ha provocado una especie de «atrincheramiento» para los miembros del gobierno de Netanyahu. En lo concerniente a la posibilidad de sanciones de EE. UU. contra Netzah Yehuda, el propio Gallant y el líder opositor Benny Gantz mostraron su sintonía con el primer ministro israelí. Muy probablemente, están preocupados porque estas eventuales sanciones terminen dañando la imagen de un pilar básico de legitimidad del Estado de Israel, como son la IDF y el complejo militar industrial, en un contexto de seguridad nacional tan delicado como el actual.

Desde 2023, Israel vive permanentes episodios de protestas internas, y toda vez la sociedad israelí está observando cómo la guerra en Gaza está afectando seriamente su imagen internacional, mostrando síntomas de cierto aislamiento y de pérdida de apoyos y legitimidad en la narrativa de los hechos. 

El propio Gantz fue más allá al comunicarse directamente con el secretario de Estado Anthony Blinken con la finalidad de argumentar que «una sanción contra Netzah Yehuda dañaría la legitimidad de Israel en tiempo de guerra» explicando que las «fuerzas de defensa israelíes actúan bajo las leyes internacionales». Por su parte, Gallant afirmó que esta unidad militar «lucha contra el Hezbollah en la frontera norte» con el Líbano y en la tarea de «desmantelar las brigadas de Hamás en la Franja de Gaza». 

Esta declaración del jefe del Alto Mando militar israelí confirmaría definitivamente la presencia de Netzah Yehuda en Gaza; toda vez la atención internacional está pendiente sobre qué decidirá Washington en cuanto a la posibilidad de sanciones contra esta y otras unidades militares israelíes.  

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